elDial.com - DC2A86 - Publicado el 05/05/2020
La crisis que está enfrentando el mundo vaticina los peores escenarios para la economía de todas las regiones. Algunos medios hablan de que será la peor crisis después de la vivida en 1919.
El informe especial COVID-19 brindado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) nos da un panorama de la situación actual y los posibles escenarios futuros en la región. Quisiera centrarme en un análisis del informe que considero rico en estadísticas e hipótesis.
Bajo el lema de “Dimensionar los efectos del COVID-19 para pensar en la reactivación” el informe busca mostrar el panorama actual para después dilucidar un posible futuro.
La pandemia encontró una región que ya se encontraba en un declive económico. Para entender la situación, como lo hace el informe, es necesario mirar hacia el exterior y hacia el interior de la región.
Partimos sobre la base de un mundo que se caracterizaba por ser fluido, internacional y globalizado, tambaleado recientemente por las diferencias entre China y EEUU y ahora fuertemente golpeado por la ola de la pandemia.
Si bien existía una caída negativa en el comercio mundial en el año 2019 debido a las barreras comerciales que se generaron entre las grandes potencias de China y EEUU, el panorama parecía ser positivo con el inicio de la ejecución de la “fase uno”, en enero de 2020, de las tratativas llevadas a cabo por estos dos países. Sin embargo, la llegada del coronavirus afectó gravemente estas negociaciones.
El volumen del comercio internacional, estima la Organización Mundial del Comercio (OMC), caerá entre un 13% y un 32% en 2020. La caída del producto bruto a nivel mundial se prevé en un 2%, con mayor contracción en las economías desarrolladas que en las emergentes. Los crecimientos estimados por las zonas económicas de mayor crecimiento hasta entonces, son totalmente negativos a lo que se esperaba.
¿Cómo afecta la situación externa a la Región? Como sabemos, algunos importantes sectores productivos de países de la región están insertos en cadenas globales de valor en las que los EEUU y China juegan un papel fundamental. Se proyecta la caída de la actividad económica mundial, en términos de volumen y precio, en particular las materias primas.
Se proyecta que el valor de las exportaciones de la región caería cerca del 15%, explicado principalmente por la contracción de la demanda mundial. Los precios en promedio se verán reducidos; claro ejemplo es lo ocurrido las últimas semanas con el petróleo, al bajar la demanda de estos productos que son producidos en la región, tales como: soja, maíz, trigo, algodón, el precio necesariamente disminuye. Daría un fuerte golpe a los países de la región, sobre todo América del Sur, donde es una actividad de inmensa repercusión económica la exportación de estos bienes primarios. Las exportaciones a China disminuirán en un 24,2%, afectando a países como Argentina que es uno de los mayores exportadores de esta clase de productos a China.
El turismo está siendo también uno de los sectores más afectados. Se proyecta una reducción de entre un 20% y un 30% en el número de llegadas de turistas en el mundo. El PBI se reduciría en este sentido 2,5; 0,8 y 0,3 puntos porcentuales en el Caribe, México y Centroamérica, y América del Sur, respectivamente.
Ahora, ¿cómo afecta la crisis del COVID-19 internamente en los países de la Región? Podemos notar que la mayoría de los países han tomado decisiones tendientes a la contención sanitaria para prevenir la propagación de la pandemia, paralizando la producción y actividad económica. Al no existir una vacuna aún, lo que se tendió a evitar es la circulación de las personas y con ello del virus. Las cuarentenas y el aislamiento social implicaron marcadas caídas en actividades como la aviación, el turismo, el comercio y las zonas francas.
El sector privado se ve perjudicado al ver disminuido sus ingresos; incluso en algunos casos directamente no generando ingresos por más de un mes, lo que también conlleva dificultades para acceder a créditos y tendencia a la insolvencia.
Las respuestas políticas en la Región al virus han sido similares, tendientes a mitigar efectos sociales y económicos de la pandemia. Se centralizan en incrementar la disponibilidad de recursos públicos para el sector de la salud, proteger los hogares (especialmente los más vulnerables), proteger la capacidad productiva y el empleo y evitar una crisis de liquidez.
Las medidas se caracterizan por intentar aliviar las pérdidas de ingresos de empleados informales y formales, sumado a un alivio tributario en algunos sectores y el otorgamiento de créditos con tasas de interés bajas. Todo lo que se traduce en un aumento considerable de los déficits fiscales y niveles de deuda en muchos países.
Este panorama proyecta escenarios en los que el crecimiento global de las economías regionales caería abruptamente, consecuencia no solo de factores externos, sino también del choque interno por la paralización en distintos grados de los sectores de actividad económica.
La CEPAL proyecta para la región una contracción económica del una caída del 5,3 % en el año 2020, generando más pobreza el deterioro de indicadores laborales generando una tasa de desempleo en torno al 11,5%, provocando un número de desempleados de 37,7 millones. La desigualdad de género también se verá acentuada debido a la falta de participación de actividades sociales de los grupos familiares.
En este panorama que no se muestra muy propicio, existen desafíos que interpelan a la región y en los cuales se debería empezar a reflexionar.
Los desafíos evidentemente miran a hacer de la crisis algo que no golpee tan fuerte. Las opciones no son muchas y la tendencia es a obtener financiamientos externos. Esto implicaría un aumento de la deuda, generando así un círculo vicioso en la región sin solución. Lo que aquí resulta importante es la facilitación de aquellas instituciones financieras que prestan dinero con líneas de crédito a bajo costo, revisando las condiciones de financiamiento de emergencia. El alivio fiscal de los Estados también se vería favorecido con condonaciones y alivios de la deuda.
Es necesario también, frente a esta situación de emergencia, replantearse estructuras que ya existían en el mundo anterior al COVID 19. La pandemia ha alterado las relaciones económicas y sociales de un modo radical y las consecuencias van mas allá de la duración del virus. La globalización se ve afectada por la pérdida de dinamismo del comercio y alta volatilidad desde la crisis financiera mundial.
Cambios significativos en el orden de producción mundial caracterizados por la caída de las órdenes manufactureras, por una vulnerabilidad de las redes internacionales de producción que hacen temblar a la Unión Europea, a China, Japón y el mismísimo Estados Unidos de Norte América, exigen nuevas formas de ver y plantear el mundo.
Las pequeñas y medianas empresas, que en un inicio pensaron en que la pandemia no sería a largo plazo y que las agarró a muchas sin tener desarrolladas habilidades mediáticas y tecnológicas, hoy necesitan adaptarse a un mundo totalmente digitalizado. Están obligadas, ya no es una opción. Este aspecto lo veo positivo, por que permitiría hacer llegar los productos y servicios a más personas y prepararse para un futuro incierto.
En este contexto también es importante mirar los regionalismos en detrimento del multilateralismo. La crisis afectó a todo el mundo y buscar mejores lazos con los países más cercanos permite afrontar la crisis de una forma más efectiva y real, en el que el impacto de las irrupciones de las redes internacionales de suministros no sea tan duro.
Tal vez la pandemia colabore a generar un menor nivel de interdependencia productiva y comercial entre las principales economías mundiales. Se traduciría en una economía mundial más regionalizada.
Es importante que la región le otorgue relevancia a la adopción de políticas industriales que permitan fortalecer capacidades productivas. Esto podría verse facilitado por la llegada de nuevas inversiones en el marco del acotamiento de las cadenas de suministro de empresas multinacionales.
Los procesos de regionalización de la producción serían un importante factor para hacer frente a este futuro. Un mercado integrado con 650 millones de habitantes constituiría un importante seguro frente a perturbaciones de oferta o demanda generadas fuera de la región.
En definitiva, según lo planteado por el informe, considero de vital importancia fortalecer los lazos regionales Ante situaciones de crisis es muy importante reflexiona sobre posibles soluciones, pero no hacerlo solo, sino con los que están más cerca. Es necesaria una participación activa en esta nueva globalización, en la que se priorice la integración productiva, comercial y social de América Latina y el Caribe. La nueva normalidad nos llama a que se tomen nuevas medidas, en las que habrá que sentarse a negociar, y siempre es mejor negociar con una región que se muestre fuerte e integrada para el exterior.
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (Año 2020). Informe especial COVID-19 (N°2). Recuperado de:
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45445/1/S2000286_es.pdf
Rosario Sferco.
Los lectores también se interesaron en
Por Gustavo Martinez Urrutibehety
Leer ahoraPor María Eugenia Pérez Hortal
Leer ahora